jueves, 29 de abril de 2010

AGRESIVIDAD EN LA ESCUELA

Diversos investigadores coinciden en definir que: agresiva es una
conducta intencional que produce daño físico a objetos o personas; y
que además puede generar daño psicológico a otros.

Ahora, no podemos pensar ni proponernos como objetivo erradicar del
todo la agresividad, pues ella es un componente encriptado en nuestro
ADN y además, cuando está bien orientada, permite cuestiones como:
liderar procesos grupales, proponer cambios en sistemas poco
funcionales, hacer declaraciones trascendentes en la vida como decir
"no" o "¡basta!" a esta rutina que no me hace bien, posibilita la
osadía y el espíritu investigativo que luego deviene en creaciones,
inventos, innovación. En otras palabras, no debe estigmatizarse
radicalmente la agresividad pues ella también permite la generación de
movimientos a nivel personal y social. La meta sería entonces llegar
a conductas asertivas, la pasividad absoluta no es recomendable.

La Asertividad podríamos entenderla acá, como la capacidad de
comunicar a los demás de manera prudente, cuando algo no nos parece, o
no nos resulta agradable, ni adecuado. También hay otra forma de
entenderla, en términos de: saber reconocer elementos positivos que se
observan o advierten en otras personas, "eres puntual, no te cuesta
hablar en público, explicas con claridad".

TIPOS

Se distinguen, en la literatura, 2 tipos de agresividad: Instrumental y Hostil.
Instrumental: orientada a conseguir objetos, beneficios de los adultos
o aprobación de otros, motivada por el incentivo.
Hostil: orientada a hacer un daño emocional a otros, motivada por el
enojo; puede darse como daño directo a cosas o personas, o en un
impedir que otro logre algo.

ORIGEN:

No hay acuerdo ni conclusión definitiva, se han dado en el tiempo
explicaciones biológicas y sociales.
Biológicas: la agresividad es innata, la tenemos como especie
(atribución activa)
Social: se reacciona agresivamente frente a la frustración (atribución pasiva)

En la temprana infancia (hasta los 4 años) su presencia no tendría
porqué extrañarnos, es absolutamente normal; de mantenerse o existir
brotes, en etapas posteriores y con recurrencia, podríamos estar
hablando de trastornos. En los niños tiende a darse más que en las
niñas; se ha investigado además que Los niños tienden a privilegiar la
agresión física, mientras que las niñas la verbal.

LA AGRESIVIDAD SE APRENDE:
Por modelamiento: imitando conductas, repitiendo lo observado.
Por refuerzo: porque se logra lo deseado mediante su uso.
Si retamos, castigamos con agresividad y logramos tranquilizar a los
niños mediante nuestro descontrol, estamos enseñando un modelo
agresivo, estamos reforzando que las cosas se logran por esa vía. Si
les gritamos para que no griten a otros; o les pegamos para que no
peguen, ¡algo anda mal ahí!.

Pero ¿qué ganancias obtienen los niños con su agresividad? ¿qué
refuerza que la sigan usando?

Veamos algunas posibilidades:
Logran conseguir rápidamente lo que están pidiendo o exigiendo.
Alejan a otros niños o personas adultas que sienten que les molestan.
Logran que los propios adultos respalden sus exigencias, para evitar
episodios de malas caras y rabietas que puedan resultar vergonzosas,
por ejemplo cuando están de visita en otra casa.
Obtienen atención del entorno (tendemos a atender poco lo positivo por
considerarlo como lo normal, lo esperable).
Logran popularidad entre pares.
Y, si se me permite la auto referencia… Recuerdo que una mañana a los
12 años, entrando a mi colegio, sin razón alguna un compañero de otro
curso se viene encima desafiándome a pelear. Recuerdo que sentí mucho
nerviosismo, sentí en aquel momento que mucho preámbulo me jugaría en
contra, él tenía su cierta fama en esos lances, así que le respondí de
inmediato con un golpe que le hizo caer dentro de una jardinera… los
gritos de júbilo no se hicieron esperar, vinieron de todas partes, me
estrecharon la mano decenas de muchachos que jamás había tenido
ocasión de conocer. En mi caso guardo este recuerdo con cierto pudor
endilgado, pero no me parecería extraño que más de algún niño o niña,
pueda verse tentado o conminado a buscar mantener viva y actualizada
esa sensación de aparente popularidad, admiración y respeto de los
demás, situación que lleva aparejada inevitablemente, una escalada,
una gradualidad creciente, la necesidad de mostrar que se llega cada
vez más lejos, que se requieren logros más impresionantes para superar
los umbrales del insaciable asombro del grupo que observa y teme, pero
que exige en paralelo que la hoguera sea cada vez más alta, que no se
apague.

AUMENTA LA AGRESIVIDAD CUANDO:

La familia mantiene rutinas hostiles, autoritarias, de descontrol
emocional y de ánimos alterados.
La familia fluctúa frecuentemente entre el trato cariñoso y el
descontrol emocional al enseñar disciplina.
Se desautorizan los adultos con estilos disciplinarios contradictorios.
Se permiten la agresión y faltas de respeto en las discusiones.
Se combate la agresión con agresión.
Se aprueban logros que el niño obtuvo mediante agresiones.
Se castiga y no se muestran soluciones alternativas o las conductas deseadas.
Se castiga la agresión en casa, pero se aprueba en otros ambientes
(escuela o calle).
Se maneja un repertorio de frases o ideas que desacreditan la
resolución no agresiva de conflictos.
Se naturalizan juegos físicos o dinámicas comunicacionales cargadas de
agresividad encubierta.
Se ignoran las buenas conductas por considerarlas naturales u obvias.

SOBRE LAS ENTREVISTAS CON NIÑOS O SUS ADULTOS CERCANOS
Al entrevistarse con la familia de un niño o niña que ha tenido de
manera sostenida conductas agresivas, deben tenerse en cuenta ciertas
claves que sólo enunciaré acá, pero que forman parte del trabajo
sistemático que desarrollamos con docentes y actores del quehacer
educativo de la ciudad de Quillota.

1: la entrevista es para: indagar contextos familiares, biológicos,
emocionales; y deben filtrarse de ella detalles anecdóticos de barrio
que pueden confundir más que aportar.
2: Motivar y levantar expectativas de solución, si solo hacemos un
glosario de acusaciones tendremos como resultado, un niño agresivo y
una familia con desesperanza y angustia; siempre debe haber una
posibilidad de salida, una intención de encontrar, en conjunto, nuevos
caminos por recorrer.
3: Entregar información útil que informe a la familia sobre su caso en
concreto y sobre el fenómeno en general, artículos, reportajes,
dípticos aportados por los distintos programas que llegan a la
escuela, el primer paso para trabajar juntos es manejar cierto nivel
de información que nos permita hablar en los mismos términos.
4. Averiguar sobre ambientes en los que el niño desarrolla otras
conductas más positivas, ello nos puede abrir rendijas de luz, pueden
aparecer personas cercanas a él o ella con las cuales establecer
alianzas, intentar estrategias nuevas.
5: Diseñar un plan estratégico de acción, con etapas, flujos de
informaciones, metas, alternativas de acciones, colaboraciones entre
sistemas en los que se desenvuelve el niño, y todo ello con objetivos
realistas y en plazos de evaluación breves.
6: Estar atentos a la formulación de preguntas adecuadas, que abran la
conversación y que nos permitan generar espacios de colaboración y no
de antagonismos.

1 comentario:

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