martes, 20 de agosto de 2013

NO SE PIERDE TIEMPO AL JUGAR

Cuando un niño juega ¿está perdiendo su tiempo?
Definitivamente no.

¿El jugar les aporta algo positivo a nuestros hijos?

Definitivamente sí.

Una de las actividades más importantes que realiza el niño durante su
infancia es jugar. Una escuela que integrara el juego de manera
cotidiana y didáctica para llegar a sus alumnos se encontraría con una
potente herramienta de trabajo.

¿Podría abordarse el juego infantil de manera estratégica por parte de
los docentes para lograr aprendizajes más significativos?

El juego desarrolla elementos centrales como: percepción,
receptividad, habilita apertura para nuevos aprendizajes, por tanto
aplicado, con un criterio didáctico, a los niveles de párvulos, niños
y adolescentes, puede ser un factor que prepara para la educación más
formal o sistemática
El juego es visto como el primer lenguaje del niño, su manera de
acercarse por primera vez al mundo.
En los adultos, es una manera de ser creativos, una forma de soltar la
gravedad que le otorgamos a muchos asuntos, es expresar nuestras
emociones con liviandad, es, para muchos autores, una forma de
auto-sanación de nuestras heridas.
Según otras descripciones, es una de las acciones humanas con mayor
simbolismo, mayor sentido en las distintas etapas de nuestra vida, y
con mayor realización de carácter cultural.

¿En qué le puede ayudar el jugar a un bebé?

Esta etapa inicial es tan importante, posibilita universos de nuevas
acciones, porque cuando mueven sus manos, sus pies, su cabeza, están
tomando contacto con su entorno. Son juegos que están antes que el
lenguaje, son movimientos que se repiten por puro placer, pero que
permiten manejar mejor su cuerpo, organizar los espacios y divertirse.
Hace tiempo, un querido amigo me consultaba por maneras de estimular
mejor a su hija de 5 meses de edad; puede que al principio mi
respuesta le haya parecido algo simple, pero me remití a sugerirle
algunas cosas genéricas como músicas, colores, hablarle y cantarle y
además le recomendé disfrutar mucho de su reflejo de prensión, vale
decir: sentir como su dedo es firmemente apretado por la mano del
bebé. Él comprendió tenazmente mi intensión, cual es asombrarse con
cada etapa del desarrollo, acompañar desde un sentimiento de juego y
profundo amor desde los más básicos reflejos hasta conductas más
complejas.

Después de los dos años, aparece el juego simbólico. Ello significa
que los objetos del mundo ocupan un lugar en la mente del bebé, este
es un paso muy importante.

¿Y en qué le puede servir el juego a un niño que entrará a la escuela?

Entre los 4 y los 7 años aparece el juego de reglas. Los niños
aprenden a esperar turnos, a respetar al otro, a ponerse en el rol de
otro ¡¿que importante son estas 3 cosas en la escuela no?!

Aquí se desarrollan también cosas tan fundamentales como: su
motricidad (manejo de su cuerpo), su esquema corporal, el entender que
existe un espacio y un tiempo; y aprenden además a ejercitar ambos
lados de su cerebro.
A través del juego maduran funciones en el niño, con las cuales podrá
luego aprender a leer, a escribir y a realizar cálculos matemáticos.

¿Y cuando ya están en la escuela, no es el jugar una distracción?

Les facilita la socialización. Eso significa que podrán ponerse en el
lugar de otros, podrán aprender normas, valores, formas de
comportarse. Lograrán generar sentimientos de solidaridad, respeto y
colaboración a los demás. Con un juego, podemos enseñar a nuestros
niños que sus problemas los pueden resolver sin pelear, sin violencia
y respetando al otro.

Si entendemos que el juego es una función importante en nuestro
desarrollo, no buscaremos una hora para jugar; sino que incorporaremos
el juego en todas nuestras actividades, en nuestras clases, en las
cosas importantes y serias que queremos transmitir a nuestros niños.


PARA NUESTROS NIÑOS EL JUEGO ES ALGO SERIO

Si invitamos a un niño a jugar, no es necesario estarlo motivando todo
el tiempo. El juego es atractivo en sí mismo. Si enseñamos de manera
entretenida, permitiendo el error, lograremos nuestras metas bastante
más rápido.
¿Puede ser dañino el juego en algún momento?

El juego puede ser perjudicial, en aquellos casos en los que los niños
no aprenden a controlar sus impulsos, juegos que son muy violentos (en
máquinas, con objetos peligrosos o con golpes y gritos); o juegos en
los que los niños permanecen muchas horas sin que les aporte nada
(como las ahora populares maquinas traga monedas). En estos casos, al
igual que en muchos juegos de computador, el niño no aprende a
relacionarse con otros, no practica sus habilidades sociales.

OTRO RIESGO ES:

Cuando nos despreocupamos mucho tiempo y pasan horas sin que sepamos
dónde están, cuando no sabemos con quién o quiénes se encuentra
nuestro hijo o hija.
Hay numerosas sugerencias que podemos hacer a los padres respecto de
los juegos de sus hijos; pero nos remitiremos acá únicamente a revisar
algunas para profesores.

SUGERENCIAS PARA PROFESORES

A: Revise introspectivamente su actual conceptualización del juego, su
valoración y sus actuales habilidades o destrezas para motivar y
convocar a un grupo de niños a jugar.
B: Defina claramente: los objetivos que desea alcanzar, las
características del grupo con que está interactuando, los contenidos
que trabajará, y los aprendizajes concretos que desea lograr instalar
en sus alumnos; para escoger de manera más rigurosa él; o los juegos
más pertinentes que utilizará.
C: Recoja de la experiencia de colegas; u otras fuentes, alternativas
de juegos con el fin de contar con un repertorio más amplio de
posibilidades.
D: Indague desde los propios niños cuáles son sus áreas de interés, a
través de preguntas directas, de conversación y observación.
E: permita la risa, el humor, juegue con las ideas, supere el miedo al ridículo.
F: presente el trabajo como un juego instructivo, juegue con las
ideas, los conceptos; busque semejanzas, contradicciones, compare lo
incomparable.
G: proponga juegos mentales en los que los niños sigan razonando lo
visto en clases, pero en otros contextos.
Manipule el error creando confusiones, discrepancias, situaciones
quizás absurdas en las que los niños noten nítidamente que hay una
equivocación y una opción correcta.




Fuentes: Descubrir la creatividad. Francisco Menchen. Ed.Piramide. Madrid 1998.
Acevedo y Moncada Clima Afectivo Positivo En El Aula 2004 documento
Programa HPV





PS Rodrigo Moncada C.
Equipo Programa Habilidades Para la Vida
DAEM Quillota - JUNAEB

martes, 26 de febrero de 2013

PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA EN LA ESCUELA: EL DESAFÍO

Los centros de padres de numerosas escuelas, a lo largo del mundo, han
debido bregar con el fenómeno de la baja asistencia a las reuniones o
convocatorias para apoderados.
Muchos actores del sistema educativo se ven tentados a dar
explicaciones que aparentemente describen el fenómeno y sus orígenes,
pero que en general dan cuenta de una mirada lineal, unicausal, que no
integra elementos sistémicos al análisis.
A partir de numerosas conversaciones con padres y educadores, intento
resumir acá algunas de las posibles principales maneras de cómo
fortalecer los vínculos entre estos fundamentales actores en la vida
estudiantil de los niños, con el fin de visualizar los espacios de
encuentro entre ambos como una importante instancia relacional, pero
también como una herramienta e instrumento cuya efectividad es
susceptible de ser mejorada con prácticas sistemáticas y conscientes
del proceso.
Hay acá también elementos extraídos de lecturas en la red y la
literatura sobre el tema.

1.- Facilitar que el profesor conozca mejor a su hijo:
Sus actividades favoritas, preferencias, historial médico, datos
relevantes como miedos o temores manifestados en el hogar.
El apoderado puede comentar brevemente contextos familiares que
otorguen al educador un mapa más nítido de lo que al niño le ocurre
cotidianamente; y así éste podrá actuar de manera mucho más
comprensiva al observar conductas, participación en clases e incluso
al evaluar aprendizajes.
No se trata de saturar con información, es entregar distinciones que
permitan que un niño sea visualizado en sus características propias de
entre un grupo numeroso.



2.- Ayudar al profesor con acciones desde el hogar:
En mi trabajo con docentes he podido advertir su cariño, entrega y
compromiso con sus estudiantes, sobre todo en los niveles más
iniciales, que es con los cuales me he relacionado principalmente.
Ellos dedican largas horas de sus tiempos personales y familiares para
investigar, leer y profundizar en particularidades que ven emerger en
sus salas.
Desean hacer bien su trabajo, impactar positivamente en esas vidas que
frente a sus ojos desfilan.
Por eso es que resulta relevante prestarles ayuda en lo que el
apoderado pueda, constituyendo un equipo efectivo con ellos.
¿Cómo hacerlo?
Preguntando, informándose sobre las estrategias empleadas en la sala
de clases, reforzándolas en el hogar.
Si tanto las familias como el profesor o profesora desean lo mejor
para los niños ¿Porqué no estar de acuerdo entonces?
Los profesores valoran mucho la actitud de un apoderado que se acerque
y les pida un consejo sobre cómo apoyar a sus hijos en casa; pero si
usted es apoderado y alguna vez lo hace, aplique las sugerencias
aunque no le resulten exitosos los primeros intentos, no se de por
vencido tan rápido.
Cuando algo se intenta solo un par de veces y no se persevera, es
fácil decir después desde la más profunda resignación: "¡el consejo
que me dieron ¡no sirve de nada!"".
O: "esta sugerencia es aplicable a los demás niños del planeta, no al mío".
He estado frente a muchos padres que señalan haber "hecho todo lo posible".
Y, desde el respeto que ello me merece, siempre aparece una mínima luz
ante la razonable duda:
¿han desplegado como familia y escuela TODOS sus recursos?
¿Está TODO lo humanamente posible hecho?
¿No serán éstas unas "frases candado" que cierran la conversación y
dan la sensación que vendrá algo inesperado y poderoso desde el
exterior a resolverlo todo mediante nomenclaturas inasibles para
quienes formamos el entorno cotidiano del niño?
Si asumimos nuevos compromisos de apoyo, nuevas coordinaciones, como
familia o con el profesor, comentémoslo al niño.
Hagámoslo participar de este plan, contémosle de nuestra voluntad de
apoyo y démosle un lugar importante en este "equipo de trabajo".
Si vemos progresos, digámoslo, a él y su profesor, celebremos el
avance en el camino.


3.- Mantener acordado siempre un canal de comunicación:
Busquemos la manera más fluida de estar comunicados con el profesor
de nuestro hijo, encontremos el canal que mas convenga a ambos, no
cierre la conversación, no permita que un tema se agrande
innecesariamente, cuente al profesor sus dudas sobre las tareas para
la casa. Talvez le acomodan mas las entrevistas personales, o quizás
a los dos les conviene enviarse notas en una libreta, al ir a buscar o
a dejar al niño a la escuela, por teléfono, o por correo electrónico,
etc. pónganse de acuerdo y ahorrarán tiempo y energías.
He visto asuntos muy simples o manejables tomar dimensiones
estratosféricas por no iniciar una conversación (posiblemente algo
incómoda) a tiempo.


4.- Cuidar un clima de cordialidad y buen humor:
En sus entrevistas formule preguntas, no acusaciones.
Cuando uno llega donde una persona a echarle la culpa de todo lo que
pasa, es seguro que él o ella solo se defenderá. La rabia y el mal
humor son contagiosos.
Es diferente decir: "estoy preocupada porque veo a mi hija un poco
estresada o sobrepasada con esa tarea que trajo el otro día", a decir
"¡es que usted da muchas tareas y que ni se entienden"!.
En el mismo sentido, si usted se entrevistará con el profesor, comente
a su hijo lo que piensa preguntar, no le haga sentirse nervioso o
preocupado sin justificación. Incluso podrían hacer juntos una lista
de lo que es importante conversar, puede incorporar sus dudas o
peticiones, las cosas que hasta ahora no había reconocido con
claridad.
Un buen humor no tiene que ver con bajar el perfil o ignorar lo que
pasa, es reconocer que la tarea de educar, es complicada a veces tanto
para los padres como para los profesores; y que siempre es posible
reinterpretar una situación en busca de mejoras.

5.- Resulta pertinente tener un registro escrito o bitácora:
Acá cobra particular valor aquello de "la memoria es frágil".
Anote sus dudas, las de su familia, las cosas que le preocupan del
contexto escolar de su hijo, también los logros que observa y luego
infórmelo al profesor.
Ello puede ayudar a tener claridad de las cosas concretas que se desea
consultar y jugará a favor de la efectividad de la entrevista, puesto
que puede anotar luego las sugerencias o acuerdos tomados con el
docente, y que serán abordados en la siguiente conversación.

6.- Si está dentro de sus posibilidades participe o colabore en el aula:
Se puede dar una relación distinta con la profesora participando en
algunos espacios o momentos acordados con ella, hay diversas tareas en
las que un apoderado puede aportar significativamente, por ejemplo: en
la creación de materiales, letreros, preparando espacios o accesorios
para una presentación, asistiéndola en el aula, marcando cuadernos.
En esas mismas instancias puede aprovechar de conocer a los demás
profesores de la escuela, puede conocer acciones o iniciativas que no
sabía que estaban funcionando en el establecimiento, descubrirá que
ocurren cosas que por lo general no nos cuentan los niños.
En las clases sí hay espacio para el aporte de los papás, imagine que
un día los niños tienen la oportunidad de conocer el trabajo de ese
apoderado que es mecánico, o del que trabaja en una panadería, o de la
mamá que pinta muy bien, o del papá que tiene una orquesta, etc. lo
pasarían muy bien y aprenderían de estos saberes.

7.- Desarrollar y poner en práctica nuestra asertividad:
Muy resumidamente podemos entender la asertividad en dos direcciones:
Como la posibilidad de defender lo que consideramos justo o que nos
pertenece, frente a los demás.
Y como la capacidad de reconocer aspectos positivos en el carácter o
desempeño de los demás.
Es esta segunda dirección la que queremos destacar para el contexto
que nos ocupa.
Un apoderado siempre puede destacar o puede comentar lo positivo que
observa del docente a cargo del curso de su hijo, proponiendo la
celebración, por ejemplo, de fechas importantes como el día del
profesor o el cumpleaños de éste.
por una cuestión cultural probablemente, nos hemos acostumbrado a no
decirle nada a la gente aunque encontremos que su trabajo lo hace
bien. Incluso a veces nos cuesta reconocer y demostrar nuestro cariño
por alguien. Para un profesor es muy motivante saber que un niño ha
progresado gracias a su labor, que ahora sabe sumar, o leer y que hay
una familia que lo agradece.

8.- Otros aportes:
Podemos tomar la iniciativa, como apoderados, aportándole al docente
con materiales de audio o video, informaciones, textos que encontremos
y que consideremos serían pertinentes para ser trabajados en clases o
reuniones de padres.
Mas arriba hemos comentado sobre los muchos tiempos personales que
cada profesor dedica para leer o actualizarse, por tanto siempre será
oportuno que le ahorremos horas de tener que buscar recursos de este
tipo.
Y más aún, si nuestro hijo o hija tiene alguna particularidad (de
salud, física u otra) y tenemos informativos que permiten prestar
apoyos más efectivos, pues compartámoslos y beneficiémosnos todos.


9.- En el caso de tener hijos con necesidades educativas especiales:
Es importante que el apoderado se informe sobre sus deberes y
derechos, variantes del currículo, las evaluaciones diferenciadas. De
igual forma es relevante que conozca personalmente el equipo de
profesionales del programa de integración que trabaja en su escuela y
las posibilidades de apoyo que le pueden entregar a usted y su
familia.

En suma:
El contacto entre apoderados y profesor resulta ser una variable
central en el aumento de los logros académicos de los estudiantes.
La calidad de las conversaciones y coordinaciones que se sostienen
entre padres y docentes, permiten ahorrar tiempos, evitarse malos
ratos, atender cada asunto en su momento sin que se acumulen y se
confundan.
Las conversaciones deben apuntar a acciones concretas, con plazos
breves de evaluación; y maneras recíprocas de retroalimentación.
Debemos mostrar a nuestros niños que sí nos interesa su proceso
educativo, que no nos fastidia tener que concurrir a las reuniones,
que valoramos la labor de los profesores; solo con nuestro ejemplo
lograremos hacerles sentir cercanos al colegio y partícipes de su
proceso.